Sala de Prensa



Hospitaleros Voluntarios. Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago

Un día cualquiera


Un día cualquiera

A las 6 h 30' suena el despertador y a la vez suenan mil pajarillos en los árboles de la plaza. La fuente sigue contando las horas, ella no duerme.

Bajamos a ver cómo se desperezan los peregrinos, pero puede ser un día lento y hasta las 8 h 30, pueden estar merodeando y dando vueltas como si les diera pena abandonar Frómista: les deseamos buen camino, les decimos que si quieren pueden llegar a Santiago, que no tengan miedo con las ampollas, que pisen seguro. Y enfilan los 18 kilómetros hasta Carrión ó los 35 hasta Calzadilla --los más valientes-- a pesar de la solana.

Después de tomarnos un ligero desayuno, le damos la vuelta al albergue: volteamos los colchones y les echamos RAID, BLOOM o similar por el perfume y por dar caña a cualquier bicho que quiera aprovechar un descanso. Barremos, fregamos, abrillantamos para que el peregrino al llegar, además de la sonrisa y del ¿cómo estás? se encuentre tan a gusto como a nosotros nos gusta estar.

A las dos horas de trabajo que por dos hospitaleras salen cuatro horas de curre, dada la capacidad del albergue, una/o desayuna un poquito más. Se limpia la guarida del hospitalero/a y el hospitalero mismo y se lanza uno a la aventura de comprar los productos de limpieza y de alimentación procurando repartir las compras entre los varios establecimientos de la localidad, buscando dejar a todos contentos -incluso a nuestros bolsillos-.

Si sobra tiempo hasta las 12 h 30', cosa poco probable, vamos a buscar flores para arreglar un ramo y ponerlo en el albergue, pero por si esto no es posible, tenemos una fotocopia de muchas fotos del camino, con flores, para paliar la falta de las de verdad.

Y ya a esperar al cansado, al valiente, al protestón, al exigente, al visionario, al mayor o la mayor -casi siempre extranjeros- que vienen andando desde su casa, al maratoniano, al ilusionado, al teólogo, al ciclista pasota y al que no lo es tanto, a los deslenguados - que también los hay -, a los grupos de... que no respetan silencios ni normas de habitabilidad -que también los
hay-.

Y hablar con unos, intentar convencer a otros, curar a bastantes, planear etapas, hablar del románico, hablar del Camino entre vuelo y vuelo de cigüeña, balonazos de niños y carreras de bicicletas alrededor de la fuente, de Inés, de Elena y más niñas que vienen al amor de la gente.

Se monta el tenderete de árbol a árbol, de columna a columna y el aire y el sol secan el sudor y el cansancio de las camisetas y los calcetines.

Y al caer la tarde unos van a misa, otros a ver el románico de San Martín, otros preparan su cena fría porque no hay cocina, otros van al Restaurante, otros se dejan devorar por los mosquitos, sentados sobre el césped de la plaza mirando al cielo.

Poco a poco se van llenando las literas. Se apaga la luz de la tarde, llega la noche... Se oyen las respiraciones acompasadas y ruidosas en ocasiones; es la hora de poner CERRADO y desear a todos buenos sueños, que dejen su cansancio, sus ampollas, sus desencantos y sinsabores.

Y a la mañana, con la mochila ligera, despedirnos al borde del Camino.

Amparo Sánchez Ribes
Hospitalera en Frómista del 1 al 15 de julio de 1995