Camino de Santiago
El camino de las estrellas
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Apenas a unos kilómetros de la entrada a Burgos, en pleno Camino de Santiago y escondida entre las estribaciones de la Sierra de Atapuerca, se alza la Iglesia de San Juan Evangelista, una joya arquitectónica del gótico-renacentista rural. Durante más de 40 años, este templo de la localidad de Villalval ha permanecido cerrado y al borde del colapso… hasta que un peregrino alemán, Andreas Senge, se cruzó en su camino. Fascinado por su belleza y su abandono, ha decidido liderar una iniciativa para salvar la iglesia de las ruinas.Y es que la Iglesia de San Juan Evangelista, perteneciente al municipio de Cardeñuela Riopico (Burgos), ha sido incluida el 26 de junio de 2025 en la Lista Roja del Patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra. Esta incorporación obedece al avanzado estado de deterioro del templo, que ha permanecido cerrado al culto durante más de 40 años y actualmente presenta graves problemas estructurales.Villalval es una pequeña localidad situada en las estribaciones de la Sierra de Atapuerca, a orillas del Camino de Santiago, una ubicación de gran valor histórico y simbólico. A pesar de su reducido tamaño, la iglesia es conocida como "la joya del valle del río Pico", por la belleza y calidad de sus elementos arquitectónicos, representativos del tardogótico-renacimiento rural burgalés. Aunque el origen exacto del templo es incierto, los expertos apuntan a que su construcción inicial podría remontarse al periodo románico, como sugiere la bóveda de cañón de la sacristía, situada bajo la torre. Sin embargo, fue entre los siglos XV y XVI cuando se acometió una reforma integral, incorporando elementos arquitectónicos propios del gótico tardío y el renacimiento rural castellano.La iglesia presenta una única nave con bóvedas de elaborada tracería y dos capillas laterales. Al sur se conservan los restos de un antiguo pórtico sostenido por columnas de orden compuesto, mientras que el coro, con su balaustrada, su bóveda y un curioso usillo de acceso, se considera uno de los elementos más destacables del conjunto. La torre, de diseño sobrio pero con sillares bien trabajados, completa este conjunto que, pese a su humildad, representa un valioso testimonio de la arquitectura religiosa rural. A pesar de su valor histórico y artístico, la Iglesia de San Juan Evangelista carece de protección legal específica, lo que ha contribuido a su abandono progresivo. La estructura ha sufrido un importante derrumbe en la torre, y algunas de las bóvedas interiores están a punto de colapsar. La vegetación ha invadido tanto los exteriores como los interiores, y elementos como los retablos o los muebles de sacristía están completamente desvencijados.La situación es crítica, y la degradación del edificio ha alcanzado un punto que muchos expertos califican como “cercano al no retorno”. La falta de mantenimiento, el aislamiento de la localidad y la nula inversión pública han acelerado un proceso de deterioro que podría terminar con la pérdida total de esta pieza patrimonial. Una esperanza alemana en el Camino de Santiago La inclusión en la Lista Roja de Hispania Nostra también ha servido para visibilizar los esfuerzos de recuperación iniciados por el ciudadano alemán Andreas Senge, peregrino del Camino de Santiago que, junto a su esposa Bettina, quedó profundamente conmovido al descubrir la situación del templo. Su iniciativa busca salvar el edificio del colapso, promoviendo su rehabilitación y puesta en valor.Gracias a este impulso y a la reciente declaración, se espera que se movilicen recursos y voluntades para preservar un templo que, a pesar de su tamaño, representa un testimonio fundamental del patrimonio religioso de la comarca. Hispania Nostra destaca que su valor no reside en la magnitud del edificio, sino en la finura de sus elementos ornamentales, que hacen de este templo un exponente destacado del renacimiento rural en Castilla y León.Un símbolo del patrimonio olvidado La situación de la iglesia de Villalval es el reflejo de un problema más amplio: la desprotección y el olvido del patrimonio rural en zonas despobladas o con escasos recursos. Su incorporación a la Lista Roja pretende no solo denunciar su abandono, sino también despertar conciencia social e institucional.Mientras tanto, la “joya del río Pico” sigue resistiendo al paso del tiempo, con la esperanza de que el arte, la historia y la fe que un día levantaron sus muros, logren hoy salvarlos del derrumbe.
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