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De Estados Unidos, Australia y China a Santiago para ayuda a acoger a los peregrinos: «No solo damos compostelas, aquí damos muchos abrazos»


De Estados Unidos, Australia y China a Santiago para ayuda a acoger a los peregrinos: «No solo damos compostelas, aquí damos muchos abrazos»

La estadounidense Roberta Saldaña hizo por primera vez el Camino de Santiago en el 2001 animada por su hija. Esta profesora, ahora jubilada, tenía entonces 50 años, y, al principio, se mostró escéptica. «Le dije: ‘Yo no soy deportista. ¿Cómo puedo hacer eso?' Ella me respondió que era una cuestión más mental que física», relata. Roberta no solo hizo entonces el Camino Francés sino que ahora en su currículo figuran diez rutas jacobeas, «seis de las siete originales». Solo le falta el Norte. «No lo voy a hacer, porque camino como un caracol», precisa entre risas. Pero su vínculo con la ruta jacobea va más allá. «Pensé que ya había caminado suficiente y que quería ser parte del Camino y ayudar a los peregrinos al llegar a Santiago», apunta. Así que desde hace dos años es una de las voluntarias que colaboran en la Oficina de Acogida al Peregrino.

Cada año son en torno a cuatrocientas personas las que ayudan al propio personal del centro situado en Carretas en esa tarea de atender a aquellos que van a buscar la compostela. Ahora, precisa Montse Díaz, coordinadora del programa de voluntariado, tras abrir el plazo a mediados de enero para presentar las propuestas, ya tienen más de 320 solicitudes para este 2025. «Es un voluntariado internacional, que viene de todas las partes del mundo», detalla. Así, proceden de países como Malasia, Corea, China, Australia, Canadá, Brasil, Argentina... También hay de España, pero la mayoría son extranjeros. De los países de los que reciben más peticiones son Estados Unidos, Italia, Alemania, Canadá y Australia. Últimamente, detalla la coordinadora, también crecen las solicitudes procedentes de Corea y China.

El programa de voluntariado facilita a estas personas que llegan de otros países para pasar quince días atendiendo a los peregrinos —es el plazo habitual— la posibilidad de alojarse en el denominado «Hogar del Voluntario», ubicado en San Lázaro. Eso sí, tanto el resto de la estancia como el viaje son sufragados por los voluntarios. «Aunque hay algunos jóvenes, se trata en su mayoría de personas jubiladas», apunta Díaz.

En esta época del año, como hay menos peregrinos, cuentan con voluntariado local, es decir, que reside en Santiago. Pero entre la docena de colaboradores que participa en esta labor también destacan los procedentes de otros países, como es el caso de Roberta Saldaña, así como personas de Corea, de Holanda, Alemania... Es a partir de unos días antes de Semana Santa y hasta noviembre cuando se suman los voluntarios foráneos en turnos de quince-diecisiete personas en cada quincena. Además, en el marco del programa de voluntariado, también hay algunos que van a ayudar a albergues. «Queremos que todos tengan la oportunidad de venir», detalla.

Los voluntarios cobran especial relevancia. «Hacen una labor fantástica. Tienen la experiencia del Camino y de la llegada a Santiago y la emoción que embarga. Además, reciben al peregrino en su lengua», explica Montse Díaz sobre un programa que lleva activo en torno a una década, aunque ya desde antes tenían colaboradores. Recuerda que la misión «es acoger, no somos unos meros expendedores de compostelas, porque eso lo podría hacer perfectamente una máquina». Añade que «aquí damos muchos abrazos» ya que son numerosos los peregrinos que cuando reciben la acreditación de que han realizado el Camino se derrumban y necesitan ayuda.

Precisamente, del apoyo y esa escucha sabe mucho Roberta Saldaña. En su mesa, al lado del ordenador, hay un montón grueso de pañuelos de papel. Cerca algunos ya evidencian haber secado algunas lágrimas. «Aquí hay muchos lloros. Hay gente que viene con mucha angustia dentro, otros que llegan con tanta felicidad que se emocionan. Yo les digo que son lágrimas de limpieza del alma», apunta con una gran sonrisa. Explica que los que más abren su corazón son aquellos que caminan solos. «He recibido a militares que vienen al Camino a pedir perdón por lo que les han mandado hacer sus propios países, también a víctimas de tortura...», recalca citando algunos de los casos difíciles. Y Roberta está dispuesta a seguir escuchando experiencias de todo tipo. «Estoy viviendo lo mejor de mi vida», asegura esta profesora que impartió clases en diez estados al oeste del Mississippi y con familia en San Antonio (Texas). Además, muestra su felicidad por lograr el visado para permanecer tres años más en España. Su caso no es único. Montse Díaz resalta que hay voluntarios que participan desde el 2013: «Somos como una familia y muchos quieren repetir». Al final, ellos también forman parte del Camino.

  https://www.lavozdegalicia.es/noticia/santiago/2025/02/03/abrazos-voluntarios-internacionales-recibir-peregrino-lloros/0003_202502S3C2992.htm