Camino de Santiago
El camino de las estrellas
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En el Camino de Santiago, en la medida en que los hospitales evolucionaron desde simples casas de huéspedes hacia centros en los que se practicaba la medicina y la curación de enfermedades aparece también la asistencia farmacéutica.Monjes y clérigos ejercieron la profesión médica durante el primer periodo de la Edad Media. Posteriormente, se les prohibió a los monjes frecuentar universidades para estudiar medicina y practicar el arte de curar, prohibición que luego se extendió a la cirugía, quedando los monjes como modestos enfermeros.Sin embargo, cuando la profesión médica ya se ejerce por seglares, la ciencia farmacéutica se sigue practicando en los monasterios por los denominados monjes boticarios, a través de la preparación y dispensa de los medicamentos en sus hortus medievales y pocionarios. Aparece así la botica, considerada en principio como un arte, un arte envuelto en complejos conocimientos llenos de secretos y hermetismo.CONOCIMIENTOS EXPERIMENTALESPero la botica es también una ciencia que se basa en conocimientos experimentales y que el boticario adquiere a lo largo del tiempo y de otros boticarios con más experiencia.El Camino de Santiago fomentó la instalación de boticas en los conventos y monasterios existentes a lo largo del mismo, con la finalidad de producir los fármacos necesarios para la curación de los monjes y peregrinos.La Regla Benedictina impuso la creación en sus monasterios de boticas para atención de los miembros de la comunidad religiosa y pobres peregrinos. Junto a las boticas, existía un jardín botánico o huerto del boticario, en donde se cultivaban las plantas medicinales para la elaboración de pócimas.EL VINO HIPOCRÁTICOPero también el elaborado de las bodegas monacales sirvió de medicina a través de las pócimas llamadas tónicos cordiales. El vino hipocrático, era una pócima a base de vino natural, con canela, jengibre y otras especies vegetales medicinales, pasado todo ello por el colador de Hipócrates.El Padre Feijóo, en su teatro crítico, dice: “Cuanta pedrería, hierbas y confecciones hacen en las boticas que no confortan, animan y alegran tanto como dos sorbos de vino generoso”.
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