Camino de Santiago
El camino de las estrellas
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Pasear por la rúa de San Pedro estos días resulta visiblemente menos complicado que un mes atrás. La marcha de los participantes de la Peregrinación Europea de Jóvenes (PEJ), que abarrotaron el casco histórico de la ciudad durante la primera semana de agosto, ha devuelto al barrio cierta calma, solo interrumpida por el batir de bastones en el enlosado o los cánticos de algunos grupos. Una tranquilidad, explican los vecinos, favorecida también por el Decálogo de buenas prácticas para el final del camino, que fue redactado por la asociación vecinal A Xuntanza y puesto en circulación a finales de julio, pidiendo a los visitantes respeto a su paso por San Pedro.La publicación del documento, que se viralizó en redes sociales, coincidió con la llegada a Compostela de los miles de jóvenes de la PEJ y las consiguientes quejas de los habitantes del barrio, que denunciaron comportamientos incívicos. «No era nuestra intención vincularlo a esto. En realidad ya llevaba circulando dos o tres años entre los socios de la Asociación. Decidimos que este era el momento idóneo para hacerlo público, viendo que las cifras de visitantes del2022 están siendo aún más elevadas», aclara Montse Vilar, presidenta de A Xuntanza. «Somos una entidad vecinal con recursos limitados, así que poner los carteles por el barrio y difundirlo en redes era una de las pocas maneras que teníamos de protestar por la situación y de interpelar al Concello para que ponga solución», explica.A tenor de la opinión mayoritaria entre los vecinos, la iniciativa ha surtido efecto, y muchos peregrinos ya se detienen, curiosos, a leer las peticiones. «Este mes la situación está mucho más tranquila. Llegan grupos más pequeños y no son tan ruidosos», apuntan en la cafetería Cadrado Doce. Desde A Xuntanza también transmiten una sensación de satisfacción por la acogida del decálogo. «Aún es pronto para hacer una valoración, pero estamos contentos con la aceptación por parte de vecinos y comerciantes. Como o documento está disponible para descargar, sabemos que lo están imprimiendo y colgando en negocios de toda la ciudad», manifiesta Vilar.Sin embargo, no todos los que frecuentan San Pedro coinciden en alabar la propuesta. «Es cierto que desde que se fueron de Santiago los de la Peregrinación Europea de Jóvenes hay menos ruido, pero a veces se sigue escuchando a gente cantar a cualquier hora del día y de la noche, y eso no va a cambiar. No siempre hacen caso de los que se les pide», comentan una madre y sus dos hijas, residentes en el barrio. «Hay que aguantar, porque luego en invierno no tenemos tanto tirón de turismo, pero a veces es insufrible», explican.En todo caso, Montse Vilar apunta la necesidad de definir medidas que faciliten la convivencia entre peregrinos y compostelanos. «Las instituciones deben tomar cartas en el asunto para evitar que perdamos nuestra identidad como ciudad», concluye.Lucinda y Carmen, vecinas de la zona, mantienen un tira y afloja sobre la situación de San Pedro. «Yo paso mucho por aquí y nunca vi que hubiese tanta gente junta como estas semanas atrás. Ahora está todo mucho más calmado, pero no se puede permitir eso en un barrio donde vive tanta gente mayor, como aquí», comenta Carmen. Para Lucinda, fue una situación puntual que no representa la realidad del barrio: «No sé si fue por ese decálogo o no, pero non hay tanto ruido». Aún así, las dos coinciden en que el turismo es vital para San Pedro. «Hace falta que pase gente por aquí», recalca Carmen. «Muchos negocios viven de eso. Si no hay peregrinos, acabarán cerrando, como el resto de la zona vieja. Sería una pena». «Y es normal que canten y se emocionen cuando ven a lo lejos la catedral, eso siempre es así aquí. Los peregrinos siempre fueron una alegría para el barrio», añade Lucinda.Diana regenta la tienda Sugary Art, situada en pleno corazón del barrio, en la rúa de San Pedro, por donde pasan diariamente cientos de peregrinos. «Durante la primera semana de este mes la situación se descontrolo, había grupos muy grandes de gente. A mi no me molestan, pero es cierto que no permitían a los vecinos hacer vida normal», afirma. «Ahora, desde que marcharon y se colocó el decálogo en distintos puntos, si que se nota que hay cierta tranquilidad, aunque ya sabemos que esta es una rúa muy vinculada al Camino y en la que nunca hay descanso». A pesar de las dificultades de entendimiento que surgen en ocasiones entre los habitantes del barrio y los visitantes, defiende que la convivencia es pacífica: «Normalmente son muy educados y no suele haber problemas con la vecindad. Se les pedimos algo de buenas formas acceden sin ningún problema».
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