El Camino Interior
Cumplidas las anteriores condiciones, ya está, peregrino, en disposición de entrar en el Camino Interior. No es paralelo a tu Camino exterior, no lo olvides. Ambos están bellamente unidos. Ambos se iluminan mutuamente. El de afuera es soporte del de adentro. El de adentro se hunde sin el de afuera.
El Pórtico de la Gloria y la tumba del Apóstol es el final del Camino exterior; es el final del Camino interior
Quiero proponerte cinco aproximaciones para que unifiques ambos caminos y al final te introduzcas en la Gloria del Apóstol. Pero no olvides nunca que eres tú quien crea el Camino y el Camino quien te crea a ti. Sobre todo es tu camino y tu aventura. Recorrer tu itinerario interior.
Déjate inundar por esta idea: el mundo no es el lugar de dominio del hombre, sino de comunión. No saber dominar, sino saber para vivir en íntima comunión.
Quiero insistirte en el carácter simbólico del mundo: no es una realidad que en sí misma agota sus capacidades, sino trasluz de la realidad única.
Con tus ojos nuevos experimenta la identidad entre el cosmos y el yo: yo y el cosmos somos uno, yo soy el cosmos. Identidad de materia: yo soy polvo estelar, piedra, árbol, ardilla, ave voladora. Soy encina, roble, haya, brezo, aliaga...
Interioriza tu respiración: me invade el mismo aire que respiran los árboles, que inspiran los gorriones. El aire, principio vital. Inspiro... expiro... En mí entra todo, yo entro en el todo...
Aire, principio vital. Símbolo del espíritu primero que se cernía sobre las aguas primordiales, sobre la colina original. Aire que inunda mis pulmones, mis células, mis dedos...
Contemplo la belleza. Me estremezco... las altas montañas violetas... las brumas... los colores... la noche estrellada... el Sol.
"Me he quedado sólo en el Camino. Estaba a punto de salir el sol y con él he vuelto a percibir el aliento de mi Señor - ¡Qué bien comprendo hoy que todas las religiones hayan visto en el sol el símbolo más propio de la divinidad!.
El sol me ha ofrecido su rostro amable y cercano en la mañana: maravilla de frescor, de luz recién nacida, suave, anaranjada... El calor acaricia mis miembros enfriados por la noche y me anima a la caminata sucesiva.
Sol de mediodía: asfixiante, me deslumbra y ante él cierro los ojos. Sol, señor, dueño absoluto de lo existente. Tan infinitamente lejano y poderoso que ante él cubro mi rostro y me siento, como Job, pequeño y pobre. ¿Quién soy yo para dirigirme al sol si él es lo pleno, él quien se me dirige, él quien se desborda?.
Sol de atardecer, otra vez cercano y cariÑoso que prevÉ una feliz estancia en el refugio ante el futuro negro de la noche-muerte. Sol de anaranjada placidez, tras la desgarradora luz del mediodÍa.
AsÍ es Dios, lejano, infinito, distante. Aterrador en su potencia. Tan poderosamente grande que corres peligro si te acercas: te quemas, te absorbe. Es el Poder, la Fuerza, el Señor. Y a la vez, indisolublemente unido, es la fresca caricia de la tarde, el sosiego tranquilo del paseo entre amigos, del fresco atardecer restaurador de mis fuerzas ya cansadas.
El Cosmos entrando en mis poros. El Misterio oculto revelándose en el cosmos. Las criaturas velando desvelando el escondido rostro de Dios. Dios asomándose en cada elemento.
Estremecido ante el personal aislamiento y la personal fundición con el todo, entona, alguna vez, el Cántico de las Criaturas de nuestro padre San Francisco, el de Asís.
Déjate inundar por esta idea: el mundo no es el lugar de dominio del hombre, sino de comunión. No saber dominar, sino saber para vivir en íntima comunión.
LAS GENTES YA PASADAS DE LA HISTORIA.
No somos los únicos, ni los primeros, ni los mejores. Aprender la lección de los siglos no es "saber cosas", ni conocer los hechos de la historia, sino sentir palpitar en uno mismo los anhelos y motivos de los hombres y mujeres del pasado que hacen el hoy posible.
"Somos enanos sentados en las espaldas de gigantes. Vemos pues más cosas que los antiguos, y más alejadas. Pero no por la penetración de nuestra vista o por nuestra mayor talla, sino porque nos levantan con su altura gigantesca."
(Bernardo de Chartres).
Te encuentras con los hombres antiguos que trazaron el Camino; con quienes dirigieron los nobles edificios y las catedrales aún en pie; con quienes labraron la piedra y en ella dejaron sus manos y sus ideas. Te encuentras con aquéllos que habitaron miserables casuchas y laboraron estériles campos. Te encuentras con aquéllos que hollaron el Camino con el peso de sus pies.
Encuentro con aquello que motivaba sus búsquedas: el oscuro, a veces, impulso de lo Sagrado. Entender que una catedral se levantó porque la economía lo permitía, así como la estabilidad política y los afanes de gloria; pero sobre todo porque la tarea más noble de todo ser humano era consagrar un templo a la Gloria de Dios. Que si no levantaban bancos era porque ese Dios no embargaba sus sueños.
¿Tal motivación, tan constante a través de los siglos, es ya inaccesible al secular hombre moderno, posmoderno, que peregrina? Deja que el peregrino buscador de lo Santo, lo Divino, aliente en tu interior. Déjale expresarse, que aflore y aporte la dimensión realmente real y verdadera.
Vestigio esplendoroso del antiguo hombre religioso es el románico. Estremécete ante él. Contémplalo sin prisa. Es pura estética. Pero no vacía estética pues está al servicio del Misterio. El Pantocrator de Carrión, se contempla con arrobo, pero sobre todo se le reza. A la Virgen del Cebreiro, ojos que ven al Invisible, se le reza. El templo no se "pasea". Es el lugar donde Dios se comunica. En él no se contempla arte sin más, en él se ora al Dios presente en su centro.
LAS GENTES QUE PUEBLAN EL CAMINO.
Encuéntrate al pastor. Destierra paternalismos y obsoletas conmiseraciones... Arría las prisas y conversa con sosiego... bebe un vaso de vino... de buen vino en la Rioja...
Descarga la mochila y escucha al hombre de la azada en la orilla del Camino... Los viejos en las puertas, en las plazas junto a la fuente... los niños en la calle... Persona entre personas... Ellos seguramente con problemas más reales que primarios.
Sonríe... da los buenos días... Te llevarás muchísimo más de lo que dejas...
LAS GENTES QUE CAMINAN CONTIGO, QUE ENCUENTRAS.
No rompas el silencio del Camino. ¿Lo que vas a decir es más hermoso que el silencio que rompes? Pero está siempre dispuesto a escuchar, a atender, a tender una mano... Cada peregrino es Cristo que camina hacia el Padre... cada peregrino trasluz del Misterio que se manifiesta...
La puerta del albergue, a la caída de la tarde, puede poblarse de las más íntimas conversaciones... cada peregrino conocido puede ser, será, un amigo para siempre.
LOS AMIGOS Y LAS PERSONAS QUE QUIERES.
Dedica un día, muchos días, a repasar en lista de prioridades a las personas que quieres y te quieren. Habla con ellos en la distancia... descubre su gracia, su bondad. Pídeles perdón. Perdonálos... Haz consciente el amor profundo que te embarga... cuánto les debes... cuánto te deben... Siéntete querido, recordado afectuosamente por tus amigos que están lejos en la vida normal, en el trabajo.
Háblale al Uno de ellos. Pide al Trino por ellos. Sois la misma cosa en la Unidad de Dios Padre.
TU PROPIA PERSONA, TU MISMO.
Haz consciente tu cuerpo cansado, roto. Tu voluntad que domina las ampollas y el cansancio. Vuelve a repetirte mil veces ¿quién me ha metido a mí en todo esto?.
Háblate a tí, de ti mismo. En voz alta, en soledad. Camina en soledad. Cuéntate tus ilusiones más profundas, qué pides a la vida, qué le das... ¿Qué me hace levantar feliz por las mañanas? ¿Qué desvela mis sueños? ¿Porqué pido perdón? Mi destino... ¿a dónde va el destino que me espera?
"Nuestro oficio no es nuestro destino.
No hay otro oficio ni empleo que aquél que enseña
al hombre a ser un Hombre.
El Hombre es lo que importa."
(León Felipe).
Experimentarse como "ámbito de resonancias" donde el cosmos, la historia, las gentes, Dios, resuenan y se concretan. Yo en mi inmensa pequeñez contengo el universo y las esferas... soy polvo de estrellas... de galaxias...
La vida que me vive, que me embarga... río caudaloso del que soy una ínfima gota, pero lúcida y corriente hasta dar a la Mar...
Dios inunda el Cosmos con su luz, su potencia y su acción providente. Su Presencia inunda los miles de millones de años luz de las estrellas y los contados segundos de cada vida humana.
Tamaña inmensidad parece concentrarse en espacios pequeños, bien concretos: santuarios, templos, veneradas imágenes de siglos. Los lugares no son santos por extraños y veleidosos paralajes de radiestesia, ni por la sensibilidad esotérica de cualquier "iniciado" ...
Plántate en la puerta de un templo, por ejemplo de Eunate, o en el Santo Sepulcro de Torres del Río. Tranquilo, sin prisas, sólo y en silencio. Deja resonar en tu cabeza las palabras antiguas: "descálzate pues este lugar que pisas es sagrado". Cuando estés dispuesto, lo haces. Invoca al Angel del Señor para entrar con devoción al mundo sagrado del templo. Mira fijamente los monstruos que vigilan desde las mochetas. Entras. Acércate hasta el ábside, el paso quedo. Tú que ya sabes leer símbolos, sabes también qué significa. Allí está la Fuerza del templo. No eres un turista, no tienes prisa. Te arrodillas y comienzas a implorar perdón hasta de tu radical indignidad de ser criatura ante el Creador, pecador ante el Bien. Y experimenta la Presencia... Y déjale actuar.
María, su imagen, contempla al Invisible. Los ojos que ven al Invisible te miran a ti. Repite con constancia: "illos tuos misericordes oculos ad nos converte, a me converte..." Serena tu inquieto corazón... Déjale actuar, dale tiempo... Dios es el Señor del Tiempo, dale tiempo...
Otra vez, si quieres, intenta percibir los murmullos de los rezos antiguos en el templo... Descubre en las paredes el humo de tantas angustias allí expresadas, el color de todas las alegrías allí agradecidas. Eres uno entre la corriente innumerable de los que allí han orado. En Dios no hay tiempo y allí está condensadas las oraciones de los siglos... Eres un hombre, una mujer, entre los hombres y las mujeres que han orado al Padre por los siglos...
Si el Misterio quiere, y quiere siempre, serás un Iniciado en la ciencia verdadera.
En el Camino, puesto cara a cara en soledad con tu yo más profundo, te embarga ya tu inmensa pequeñez, tus miserias morales, tu absurdo egoísmo, el pecado en suma. Es fácil que experimentes el pecado radical de ser criatura. Es fácil descubrir la indignidad... y cierto desasosiego que te embarga.
Vas cayendo en la cuenta de que tu existencia es una existencia malograda; una especie de confuso sentimiento de haber malogrado tu vocación, de haber traicionado, de estar traicionando lo mejor de ti mismo... También eres consciente de que una sola esperanza puede salvarte: la esperanza de poder empezar de nuevo la vida. Sueñas con una nueva existencia renovada, regenerada, significativa. Anhelas una renovación definitiva y total que pueda transmutar tu anodina existencia.
Necesitas un rito que dé consistencia real y emocional a esa renovación. La iglesia te garantiza el rito milenario, posiblemente el único hoy posible: la penitencia. Dios asume tu pecado, tu existencia malograda y te garantiza el comienzo de una vida nueva renovada periódicamente.
Retomas la armonía perdida del comienzo, del antiguo paraíso que tanto anhelas, pues Jesucristo nos lo ha vuelto a hacer posible con su muerte en la cruz.
El rito de la penitencia, la confesión, crucifica tu pecado con Cristo y renaces, redivivo, con El desde el sepulcro oscuro del pecado-muerte. La nueva existencia es posible. Tu vocación es de nuevo restaurada. Renaces a la vida primera, limpia y por estrenar.
Si lo quieres en términos de alquimia: ésta es la única y verdadera piedra filosofal. Con ella el alquimista encontraba el objetivo final de su obra. Pues es muy claro que el alquimista no buscaba transformar la materia prioritariamente, sino trasnmutar su existencia malograda en existencia significativa. La materia encierra lo utilitario. Lo inmaterial crea la esencia verdadera.
Algunos suplen este rito con la hoguera y el baño en el Fisterra. Pero inventarse un rito es imposible. Un rito sólo es válido, incluido el nivel de la experiencia, si hay una religión que lo respalde, lo avale y lo convierta en eficaz.
Otro segundo rito de la iglesia te lleva a la unión con el misterio: la Eucaristía. Ella contiene en sí un doble movimiento.
LAS CRIATURAS TODAS ASCIENDEN HACIA DIOS.
Asciende el gregoriano en el domingo
desvelándose capas al misterio
Venía el aleluya repetido
con módulos sin fin
y parecía
vaivén de olas en la playa
el mar
que viene y va
y que es tan leve.
Era,
a la vez,
el vuelo de los buitres,
silencio sosegado en círculos concéntricos,
exactamente igual
mas tan distintos.
Venía
en oleadas
el rumor de los vientos
colándose entre los robles,
uniendo su voz clara al lamento del monje.
El templo se entreabría,
ya no existían muros,
en un Centro del Cosmos
en confluencía mística de esferas.
Resonaba en los kiries el lamento piadoso
del hombre y su misterio
en búsqueda de Dios,
y se expresaban
aquellos que persiguen la paz,
los que hacen de este mundo un cosmos ordenado,
la quimera,
una ascensión a Dios,
tanta utopía ...
En el templo
se convirtió la misa en canto sideral,
liturgia cósmica
que asciende a Jesucristo,
final Punto Omega teilhardiano.
DIOS DESCIENDE A LAS CRIATURAS.
Dios desciende entre misterios. El pan, criatura elaborada de trabajos y días, acoge en su materia los misterios. El Eterno, Innombrable, Todopoderoso Señor de los astros y siglos, se reasume en el pan... Transmutación de las trasnmutaciones, misterio de misterios, abajamiento en forma inconcebible: Dios contenido todo entero en débil criatura material el pan y el vino consagrados, por la expresa potencia del que puede, contienen ellos mismos al Creador del Todo.
Ponte en O Cebreiro en la actitud del inculto labriego. Recuerda despacio y con fe grande el milagro del Grial. Y deja que el Misterio entre en ti, se posesione de ti. Recita, con sosiego repetitivo, "Adoro te devote latens deitas". Repítelo insistentemente. Deja que repose en ti.
Participa de la misa en O Cebreiro, así como a lo largo del Camino, acogiendo a Dios que desciende a ti. Igual que has realizado tan fatigosa ascensión hasta la cumbre, El te ascenderá a lo alto de sí mismo.
Después en la palloza, nuevo establo de Belén, acostado en la paja te será fácil revivir que Dios ha vuelto a nacer en ti, acunado tan sólo por tu estremecimiento. Tampoco te faltará el mugido sonoro de las vacas.
"Hijo mío, quiero que te sientas en comunión con mi grandioso universo, con su informe aspiración, con su informe acción de gracias. Pero quiero especialmente en esos instantes en que intentas ser uno con el todo,que seas muy humilde.
Has visto el rocío en la mañana. Pone perlas temblorosas en las briznas de las hierbas y sobre las flores, antes o poco después de alzarse el sol. El rocío es abundante donde la tierra está húmeda y descubierta, cuando el tiempo está claro y la calma es perfecta. Cada gotita irisada forma los colores del arco iris. Por minúscula que sea la gotita, reflejalos colores fundamentales del Universo.
Hijo mío, sé tú esa ínfima gota de rocío que nace en un terreno de húmeda ternura cuando se levanta el sol en un corazón amante. Sé esta gota que en toda su pequeñez, en su medida, refleja la belleza del mundo. Y después, reabsprbete en la luz y el calor del sol. Es el sol quien da el ser a las gotas de rocío".
(Un monje de la iglesia de Oriente: Amor sin límites).
Termino estas notas con unos experimentados consejos muy fáciles de seguir para quien camina solo, quizás demasiado difíciles para quienes van en grupo, especialmente si el grupo es muy reducido. Más que consejos, son pura exigencia del Camino Interior. Ellos solos se irán imponiendo en los sucesivos días de tu marcha. Confía en el Camino, déjale entrar. Considero que estos consejos son imprescindibles para quien haga del Camino un itinerario interior.
SILENCIO:
Caminar hablando pocas veces. Mejor ninguna. Escuchar mucho: el lamento del roble, el ruido de tus pasos, la música del pájaro, la armonía del agua, el lento caminar de las estrellas. El silencio se llena de armonías, de "música callada".
SOLEDAD:
Tú, en tu sola y misma mismidad. Solo frente al cielo, la tierra y, luego, el mar. Solo frente a Dios, sin otro mediador que Jesucristo, hablador sin sosiego ni descanso.
NO TENGAS PRISA:
En el Señor del tiempo no hay horas, ni días, ni semanas. El ayer es hoy y el hoy mañana.
ESFUERZO:
Andar, andar, andar. No sirve un camino confortable. Perderse en el monte, dormir en el suelo, bajo el chopo o en la litera. Lo que te den. Demorarse en la Cruz de Ferro... Sudar la gota gorda en el Cebreiro.
SOBRIEDAD:
En la mochila, el primer día te sobra casi todo. Pues igual en todo.
GRATITUD:
El albergue gratis, la sonrisa gratis, las estrellas gratis. Tu dinero gratis. La vida gratis, Dios el gratuito.
El Camino es tuyo. El Camino puedes ser tú. El final ya está en el principio: si no traes nada, nada llevarás; si no buscas nada, nada encontrarás.
El Señor Santiago te acompaña hasta la unión con el Uno.