Hospitaleros Voluntarios
Qué aportan hoy...

Los hospitaleros pretenden continuar hoy la tradición hospitalaria del Camino de Santiago. Pero para entender su aportación hay que partir de la base de que los peregrinos de hoy no son como los de antes. Para un peregrino de hoy la peregrinación a pie no es el único modo de ir a Santiago, en realidad es un modo anacrónico y muy costoso en la mentalidad moderna. Pero el peregrino actual elige esa forma de recorrer el Camino como un intento, más o menos explícito, de rememorar el paso de los peregrinos antiguos.
De otra parte el peregrino de hoy, en su inmensa mayoría, no necesita propiamente una acogida caritativa, cualquier peregrino puede pagar cada día por comer o dormir en cualquier restaurante u hotel de la Ruta y no tienen necesidad de dormir en albergues que, en su mayor parte, son mucho más incómodos y austeros. Finalmente, la mayoría de los peregrinos de hoy no tienen, al menos en el momento de su partida, una motivación religiosa o penitencial, sino que para muchos sus motivaciones pasan por el deporte, la cultura, o un modo de pasar unas vacaciones distintas.
"Ser hospitalero es intentar amar a los demás sin esperar que te quieran, a personas que quizás no veas nunca más". (Carmen)
< Todas estas circunstancias del peregrino están presentes en la hospitalidad moderna e influyen en la acogida. Hacen que recorrer el Camino a pie se convierta en toda una experiencia, que ya no es sólo un camino para llegar a una meta, sino que el Camino mismo ya es una meta, ya es un objetivo en el que el peregrino conecta con una realidad que le es desconocida en su vida habitual. Un peregrino de hoy no tiene ninguna necesidad de estar caminando todo el día para hacer una etapa de 25 kilómetros que en "su" coche apenas tardaría 20 minutos en recorrer. No tiene ninguna necesidad de aguantar toda una serie de ampollas, dolores musculares, peso desmesurado de su mochila..., todo esto podría evitarlo cogiendo por muy poco dinero cualquier transporte público. No le hace falta dormir en habitaciones atestadas de gente, o en el suelo, ni aguardar horas para ducharse con agua fría o para lavar su ropa en pilas al aire libre. Sin embargo acoge y recibe todas estas dificultades y además encuentra en ellas un placer y una experiencia muy enriquecedora.
Y esta experiencia se realiza, fortalece y encuentra sentido en muchos casos a través de la hospitalidad. De esa acogida fraterna, abierta, gratuita que es como un símbolo resumen de todo lo que el peregrino encuentra a su paso y que ayuda al peregrino a entender el significado de la experiencia interior que de un modo u otro, va acumulando al tiempo que, recorre el camino físico.

Todas estas perspectivas dan a la hospitalidad moderna unas características completamente singulares. La hospitalidad ya no es simplemente ofrecer al peregrino un lugar donde dormir, comer o lavarse para seguir su camino, sino que es un servicio con un significado mucho más trascendente y profundo porque le aporta las claves para entender lo que está experimentando en el Camino. En este aspecto es donde la tarea de los hospitaleros voluntarios se hace más importante y trascendente para los peregrinos.
Creo que la tarea y la presencia de los hospitaleros voluntarios ha sido muy importante para el desarrollo de la hospitalidad jacobea en los últimos años. Su presencia ha permitido que pueda seguir habiendo albergues que no sean de iniciativa pública, ayuntamientos o gobiernos regionales, o que tengan una mentalidad comercial. Dada la afluencia de peregrinos, sobre todo en el tiempo de verano, en las parroquias, monasterios o albergues gestionados por Asociaciones Jacobeas no podrían dar acogida si no fuera por la ayuda de estos voluntarios. De manera que podríamos pensar que sin los hospitaleros casi habrían desaparecido los albergues que no sean de titularidad pública o no comercial.
"La vivencia de ser hospitalero es una etapa a más en tu vida donde despiertas para el grande y el maravilloso mundo espiritual y personal que cada uno tiene". (André)
También contribuyen a que la experiencia de los peregrinos sea más positiva al poder encontrar a personas que tienen como único objetivo la acogida sin otras tareas más urgentes. El nivel de acogida y disponibilidad que los hospitaleros aportan a los peregrinos no se puede igualar desde otras instituciones. Hay que tener un gran respeto por los sacerdotes, miembros de Asociaciones, particulares o empleados que durante todo el año mantienen viva, con gran esfuerzo personal, la llama de la hospitalidad jacobea durante todo el año. Pero su dedicación no puede ser tan intensa en tiempo y esfuerzo como la que dedican los voluntarios que están unos pocos días y pueden ofrecer a los peregrinos una atención más cercana y continuada.
Otro aspecto destacado que aportan los hospitaleros es la posibilidad de que en el Camino siga habiendo acogida gratuita en la que no se pide a los peregrinos que paguen una cantidad sino que se les invita a que aporten su donativo de forma voluntaria. En un mundo como el nuestro tan mercantilizado el hecho de que los peregrinos encuentren lugares donde se les ofrece todo lo que necesitan sin cobrarles nada a cambio, es todo un símbolo de que el Camino de Santiago no es un itinerario más de tipo cultural o deportivo, sino que es otra cosa. La tendencia a cobrar en los albergues (siempre una cantidad pequeña y casi siempre recibiendo sin trabas a los que no tienen dinero) es legítima y lógica, sobre todo en albergues que tienen unos gastos de mantenimiento muy altos y necesitan tener siempre a una persona en la puerta. Pero inevitablemente provoca un ambiente en los albergues más turístico. La gratuidad es más difícil, más arriesgada, pero es más acorde con la historia de la hospitalidad jacobea y con el sentido espiritual que le caracteriza. Esto sigue siendo posible en muchos albergues gracias al trabajo altruista de los hospitaleros.
Finalmente hay que señalar que la tarea de acogida aporta a los hospitaleros una experiencia personal muy importante. Si para los peregrinos la peregrinación a Santiago es, habitualmente, una experiencia enriquecedora y con repercusión en su vida, para los hospitaleros el contacto con ese otro lado oculto de la peregrinación que es la acogida representa también una experiencia de amplias repercusiones en su vida. La entrega generosa a los demás se convierte en una experiencia enriquecedora y gozosa que llena de satisfacción al que la realiza.

Estamos al comienzo del tercer milenio, estamos iniciando una nueva etapa del Camino de Santiago que no sabemos qué derroteros tomará en los próximos años. La clave estará en los peregrinos que es difícil saber si seguirán acudiendo al Camino en mayor proporción que en años anteriores. Desde mi experiencia me atrevo a decir que seguirá todavía muchos años con un flujo de peregrinos similar a los dos últimos años e incluso superior. Y no sólo por la publicidad que del Camino se sigue haciendo, sino porque muchos peregrinos encuentran en el Camino una experiencia importante y lo difunden en su entorno. En una sociedad como la nuestra la experiencia de la peregrinación es una oportunidad de conectar con la historia, la naturaleza y la espiritualidad que estimo seguirá siendo muy atractiva para muchas personas que en el Camino experimentarán la hospitalidad jacobea que despertará en ellosel afán de trabajar en la acogida para devolver lo que ellos han recibido.
Respecto a la hospitalidad pienso que seguirá desarrollándose la acogida más cercana y espiritual en la que tendrán un papel cada vez más relevante los albergues promovidos por las Asociaciones Jacobeas y aumentarán también en gran medida los albergues de titularidad privada promovidos por antiguos peregrinos. Junto a ello habrá una presencia cada vez mayor de los intereses comerciales y turísticos que han encontrado un filón de oro en los peregrinos jacobeos. Estos intereses comerciales seguirán estando en pugna con la acogida gratuita tradicional del Camino como viene ocurriendo en los últimos años.
Y seguirá siendo necesaria la presencia de los hospitaleros voluntarios que, como fruto de su experiencia de peregrinación, seguirán aportando al Camino su entrega generosa y altruista. En resumen, el Camino seguirá vivo como testimonio de la historia común europea y de la vitalidad renovada de una búsqueda de espiritualidad que acompañará al hombre a lo largo de toda su historia y que en el Camino de Santiago ha encontrado y encontrará un medio privilegiado de manifestarse.