Se continúa entre al Arga, a la izquierda, y la carretera nacional, a la derecha, por una cómoda pista de tierra que, más adelante se convierte en una sinuosa y estrecha vereda por un terreno desigual entre cerros y barrancos.

Poco antes de llegar a Mañeru, la vereda se convierte en una calzada peregrina, un andadero paralelo a la carretera. La travesía por las calles de Mañeru desemboca en una única salida posible, la calle Forzosa. A la izquierda se deja el cementerio, desde el que se divisa ya, en lo alto y a pocos kilómetros la población de Cirauqui, a la que se llega entre huertos y frutales, por pista de tierra.

La entrada a esta población se hace por una hermosa puerta ojival. Hay que subir hasta la cima del pueblo para, desde allí, descender en una pronunciada pendiente, por la sugestiva calzada de origen romano, flanqueda por cipreses y cruzar el barranco por el semidestruido puente romano.

Se cruza la carretera nacional y se avanza, separándose progresivamente de ella, entre campos de labor, por lo que fuera antiguamente calzada romana. A poco más de kilómetro y medio, se atraviesa el antiguo solar de Urbe, asentado en un alto. Desde él se desciende por una ladera hasta una pequeña casa de campo, para salir, poco más adelante auna carretera, justo en el punto donde se halla la desviación al pantano de Alloz.

Se sigue por esta carretera un breve trecho, abandonándola por la izquierda, después de dejara atrás un moderno acueducto y un molino antiguo. Tras cruzar el río Salado por un viejo puente se asciende por un camino de tierra hasta la localidad de Lorca, después de salvar la N-111 por un paso subterráneo. De Lorca, se sale por la N-111, y por ella se avanza para abandonarla por la izquirda, tras el desvío a Lácar y Abárzuza.

Por caminos y campos de labor hay que avanzar hasta Villatuerta, y desde el casco urbano hay que encaminarse hacia la ermita de San Miguel. Tras cruzar una carretera y pasar por un puente sobre el Ega, se sigue el camino de Ordoiz y se entra en Estella.