Se abandona Riello por un frondoso robledal que asciende hasta alcanzar Pandorado y su venerada ermita mariana plena de tradiciones. Continua el Camino descendiendo hasta el precioso pueblo de La Omañuela y, por la magnífica ribera del Omaña entre alisedas y prados frescos, remonta luego el curso del río, de una margen a otra, por sucesivos pueblos, con ermitas, iglesias y humilladeros.
Ya en el Valle Gordo, Barrio de la Puente exhibe su magnífico puente medieval, que algunos atribuyen a factura romana; igual sucede en Vegapujín donde se conservan evidencias de una calzada, y en Fasgar con sus casas de piedra y pizarra, sus muchos puentes y su recóndita ermita de Santiago, en el idílico paraje del Campo de Santiago, donde aún resuenan los fragores de una batalla ganada a los musulmanes durante la Reconquista.