Se sale de La Roda por la calle de los Mártires, al final de la cual se pueden ver dos enormes chimeneas. Casi al final, se gira a la izquierda por la calle Dulcinea, y luego la primera a la derecha, por detrás de las fábricas, y se continúa por el camino a Minaya que sigue el tendido eléctrico.
Siempre caminando hacia el Oeste, a la derecha del camino, se encuentra una edificación troncocónica de piedra, con cúpula y con puerta que mira al Sur bien resguardada de vientos, es un chozo, refugio de pastores.
A pesar de los caminos que cruzan, el peregrino siempre seguirá dirección Oeste, teniendo en lontananza, enfrente y un poco a la izquierda, un silo. Después de pasar un cruce con una casa a la izquierda, una hilera de almendros nos marcan el camino, el último de los cuales nos dice que elijamos el camino de la izquierda.
Al llegar a una carretera local, se cruza ésta dejando a la izquierda una casa-finca. Tras el último cruce, se entra en un camino ancho, teniendo la torre de la iglesia de Minaya al fondo.
MINAYA El recorrido está señalizado con azulejos. Se entra en Minaya por la calle Grande, al lado del Parador, antiguo edificio que sirvió de posada y casa de postas. Esta villa hace honor a su toponimia árabe de “camino abierto y visible”, y efectivamente es lugar de paso de todos los que desde el Mediterráneo quieren acercarse a Toledo y Madrid. Por eso está abierto al forastero y al peregrino.
Este pueblo, que ha trascendido hasta nuestros días a través de la figura de Álvar Fáñez, sobrino y compañero del Cid Campeador, tiene iglesia parroquial dedicada a Santiago El Mayor, gótica del siglo XVI con un retablo moderno muy ingenuo: el Padre Josico te la enseñará con mucho gusto. A sus espaldas se encuentra la Casa-Palacio de los Señores de Minaya.
Para salir de Minaya, el Camino de Levante continúa por la calle Real. Teniendo como punto de referencia el restaurante Antolín, en las afueras del pueblo y a la derecha de la calle Real; se sale por el camino situado justo enfrente de la fachada de ese restaurante, dejando a la derecha la carretera a Casas de Fernando Alonso, y continuando siempre de frente por ese camino. Sin dejarlo, se llega a
CASAS DE LOS PINOS
El recorrido por esta pequeña población está marcado con cerámicas con vieira. La iglesia está dedicada a Nuestra Señora de La Candelaria, de factura sencilla y rematada por una espadaña.
Se sale de Casas de los Pinos por la carretera de San Clemente, dejando a la derecha la que va a Casas de Fernando Alonso. Más o menos a unos 300 metros, se toma el camino que sale a la derecha que lleva directamente hasta San Clemente. Nada más entrar en este camino, una preciosa pinada invita al disfrute, sobre todo a aquellos que no hayan descansado en Casas de los Pinos.
El camino termina en la carretera que une Casas de los Pinos y San Clemente, aproximadamente a 1 kilómetro de la población.
SAN CLEMENTE
El recorrido está marcado con cerámicas con vieira. Se entra en San Clemente por la calle María Josefa Melgarejo o Los Dulces, como la conocen los del pueblo. A la izquierda queda un jardín con piedras de molinos y el colegio de los Remedios. Se sigue siempre de frente a centro ciudad.
San Clemente es una ciudad típicamente medieval, con iglesia dedicada a Santiago Apóstol (siglo XV), que conserva en su interior una cruz gótica de alabastro trasladada de la Ermita de San Roque y atribuida al cincel o a la escuela de Gil de Siloé. El Ayuntamiento es un edificio plateresco (siglo XVI), con doble galería de arcos, con un descomunal blasón imperial de Carlos I y una torre con remate piramidal. La Torre Vieja de la calle del Marqués fue la fortaleza medieval alrededor de la cual se desarrolló el núcleo inicial de la villa a partir del siglo XII. El Pósito, Casa Carnicerías (hoy Palacio de Justicia) y los conventos del Carmen y de San Francisco configuran el núcleo central de la ciudad. El Arco romano está en una de las esquinas de la Plaza Mayor, entre la iglesia y el edificio de la Cancillería.
Tenía tres hospitales para peregrinos: el de San Sebastián, el de Nuestra Señora y el de Santiago.
En San Clemente es de gran devoción popular la Virgen del Rus. El domingo de Resurrección tiene lugar la subasta para ganarse el derecho de transportar a la Virgen el domingo siguiente desde su ermita a la iglesia, donde permanecerá 40 días. Una gran peregrinación recorrerá con ella los 9 Km. que la devolverá a la ermita.